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viernes, 5 de abril de 2013

Callos a la gallega o la alfombra de las sutilezas



     Dicho de Mulá Nasrudín: "Si sobrevivo a esta vida sin morirme, me sorprenderé"
 
     Sencillamente genial, es la sutileza de la gilipollez elevada a la enésima potencia.
 
     Para qué decir lo que significa la palabra sutileza. Ya lo sabéis. Ahora se llama de otra manera: "lo políticamente correcto", lo han clavado. Ahora te haces un lío con los significantes y los significados; antes hablabas de un negro e inmediatamente se te venía la imagen de un negro -incluso echándole imaginación, pensabas en las dimensiones volumétricas de su aparato reproductor-. Ahora no, ahora si hablas de un negro tienes que expresarte en los siguientes términos: "el individuo de raza afroamericana practicó el coito con una mujer caucásica, que emitió sonidos guturales mientras el señor afroamericano, que se movía acompasadamente, tal como si fuera un dulce vals de Strauss, le indicaba a la susodicha si deseaba un mayor impulso mecánico...". ¿Dónde ha quedado la economía del lenguaje? Pero si es tan fácil como decir: "el negro se ha calzado a una rubia que te cagas". Y así se podría estar un día entero.
 
     Eso por no decir -de esto tienen la culpa los putos políticos-, cuando se refieren a los habitantes de un determinado territorio: "catalanas y catalanes, vascas y vascos, gallegas y gallegos". Me gustaría verlos en OKlahoma...
 
     No penséis que lo "políticamente correcto" es exclusivo de España y de los territorios históricos -¡Jesús, qué cruz!-, no, la cosa viene por la emergente fuerza feminista que tuvo lugar tras el derrumbe socialista; la asimetría hombre-mujer y la asunción de ser una minoría oprimida, incluyendo el lenguaje, hizo que se suavizaran los términos en los que la gente se tenía que expresar.
 
     Expresiones de toda la vida, tuvieron que remozarse, pintarse, bajo pena de crucifixión pública. Por eso los políticos dicen las sandeces que dicen, por eso se acojonan cuando al asesino cogido con las manos en la masa, le llaman "presunto". Eufemismos.

 
     Por eso España es un país tapizado con una hermosa alfombra, sutilmente tejida con los hilos de nuestra estulticia: para ver si es verdad lo que digo, sólo tenéis que levantar la alfombra por una esquina y veréis que debajo hemos escondido -tal y como haría un mayordomo cochino- nuestra rebeldía y nuestras ganas de cambiar el mundo. Yo al menos lo voy a intentar, es difícil, pero lo voy a intentar.

     ¿Demagogia? ¡Pues claro! Pero a quién no le tienta hablar de la mierda escondida de la vida, ya sea un ingeniero, fontanero, loquero o taxista argentino...Es bueno para nuestra salud soltar lastre y vaciar sentinas. 
 
    


Un poema que viene casi a la medida para esto:


 
Todos en el mundo son
Narcisos de cosas varias,
pues todos tienen amor,
y éste a todos los engaña.
Narcisos son de grandezas
los príncipes y monarcas;
pues no es otra cosa el cetro
que una cosa imaginada.
Narcisos de ciencia son
cuantos hinchados la tratan,
que piensan que presumirla,
tenerla, besarla, callarla,
es lo mismo que alcanzarla.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
     Ahora una receta que no se presta a sutilezas, eufemismos y lenguaje políticamente correcto:
Callos a la gallega.
 
 
 
     Antes un par de consejos: es mejor comerlos de un día para otro; no comerlos en verano, si no tienes un servicio de urgencias a mano y una buena cama para dormir una siesta -son tres, pero os jodéis, que aquí mando yo-.
 
Empiezo.
 
INGREDIENTES:
 
- 1 1/2 Kg Callos de ternera
- 1 Mano de ternera
- 1 Morro de ternera
- 2 Chorizos (en España hay superávit)
- 2 Morcillas
- 1 Trozo de panceta fresca
- 1/2 Kg de garbanzos (de Fuentesaúco, a ser posible)
- 1 Cabeza de ajos
- Un poquito de cominos
- 1 Guindilla
- Una cucharada (no muy grande) de pimentón dulce
- 10 Granos de pimienta
- 1 Hoja de laurel
- 2 Cebollas
- 1 Tomate pelado
- 4 Clavos
- Nuez moscada rallada
- 1 Cucharada de harina
- Sal
- Aceite de oliva
- Vinagre (para lavar los callos)

ELABORACIÓN:

     La noche anterior se ponen los garbanzos en remojo.

     Se cortan los callos en trozos grandes y se lavan en varias aguas. se ponen luego con bastante sal y el vinagre. Se vuelven a aclarar hasta que se les quite el olor a vinagre. Se frotan con un cepillo para acabar de limpiarlos.

     Se cortan los callos en trozos más pequeños y se colocan en una olla cubiertos de agua a fuego vivo. Cuando rompe el hervor fuerte, se tira el agua. Se cubren de nuevo con agua, se añaden las morcillas, el morro, la pata de ternera y la panceta fresca. También se añaden los clavos, una cebolla entera, los ajos, el laurel, el tomate pelado (y despepitado), la guindilla, la nuez moscada y los granos de pimienta. La cocción dura entre 2 y 3 horas.    

     Los garbanzos los cocemos durante 2 horas aproximadamente y cuando estén tiernos se echan al puchero de los callos (una vez que los callos han cocido su tiempo).

     En una sartén sofreímos la media cebolla (muy picada), el pimentón, los chorizos cortados en rodajas, la harina y un poco de caldo de los callos. Cuando ya está hecho el sofrito lo vertemos a los callos, dejamos cocer a fuego lento y rectificamos de sal. Dejamos reposar y si no se nos cae la baba los comemos al día siguiente...