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miércoles, 25 de septiembre de 2013

ESPAÑA



     La candidatura a los JJ.OO. para 2020 no ha prosperado. Toda España (¿?) se ha sentido
decepcionada, bueno, toda no; un grupo de irreductibles soplagaitas independentistas catalanes (y catalanas, esto lo pongo así porque gusta a más de uno y una) han brindado con champán, perdón quería decir cava, por la eliminación de Madrid. Incluso yo, casi me alegro de que no haya prosperado la candidatura madrileña. Es más, incluso un buen número de españoles han respirado aliviados de que el final de la fiesta haya sido este. Pero también es cierto que otro buen número de españoles se han sentido defraudados con este resultado: y es que, a lo mejor, España necesitaba recuperar un poco de alegría ante la vergonzante crisis que nos han creado (y que también hemos creado).
 
     Lo peor es la interiorización de la desesperanza, la concienciación pesimista (por razonable) de un futuro sin futuro (o muy recortado). Hace días escuché a un economista que nos advertía: "Los años que van desde 2000 a 2006 olvídense de que han existido, simplemente piensen que ha sido un bonito sueño".
 
     "A perro flaco todo se le vuelven pulgas". No me gustan mucho los refranes, mejor dicho, no me gustan nada, pero en este caso, España es ese perro flaco: España, como el perro, era un saco de huesos, que a la primera de cambio, en cuanto tuvo un plato rebosante de desperdicios que echarse a la boca, no tuvo otro remedio que vomitar todo lo que se había zampado. Es como en "Cañas y barro": Sangonera, vagabundo y borracho, muere de un empacho de tres pares de cojones.
 
     Sólo Ana Botella nos ha propiciado unas cuantas risas a cuenta del "relaxing café con leche". Somos imbéciles, o tontos, o gilipollas, o todo a la vez. Nos ha hecho gracia, pero no nos acordamos de que la mayoría de los españoles, incluyendo a los catalanes, no tenemos ni puta idea de inglés (ni de francés, ni de italiano...) y que si se da la catastrófica casualidad de que un turista nos pregunta por la Puerta del Sol o por la Sagrada Familia, lo único que sabemos hacer es dar voces y despistar más a dicho turista, eso sí, criticaremos, como sólo sabemos criticar los españoles, las pintas que me llevaba el guiri.
 
     España es esto y más. Somos una nación mil veces invadida y hemos sido mil veces invasores. Sabemos lo que es llevar cadenas y lo que es ponérselas a otros. A los españoles cuando nacen, en vez de un kit de recién nacidos (que no sé si con esto de la crisis los seguirán dando), nos tenían que dar un libro de historia universal (y alguno más) y cada vez que algún salvapatrias nos quisiera engañar con un compendio de victimismos, falacias, falsos héroes, falsos territorios históricos, falsos argumentos económico-fiscales y todo aquello que nos entra por donde amargan los pepinos, tendríamos que liarnos a hostia limpia hasta hacer comprender al "prenda" (que suele coincidir con la figura de un político) de que ya está bien de tomarnos por imbéciles.
 
     Estamos sumidos no sólo en una crisis económica, nuestra crisis es más profunda que la simplemente económica: es una crisis constantemente política, es una crisis de nacionalidad, es una crisis cultural y es, finalmente, una crisis de identidad. Tenemos inoculado en nuestro ADN el guerracivilismo y el odio hacia quien no piensa como nosotros. Por eso triunfa una cadena humana en Cataluña y puede triunfar en el País Vasco, en Extremadura y hasta en Dos Hermanas. Incluso
podríamos llegar a la paradoja de que el único estado europeo dentro de la Península Ibérica fuera Madrid, con el logotipo del Mahou por bandera. Cadenas, siempre las cadenas, pero ahora nos las dejamos poner. Es curioso. Y si no son cadenas, son banderas, el caso es arrancar el sentimiento nacionalista para odiar y erradicar todo lo que supuestamente es el origen del mal (Hitler VS judíos).
 
     Soy sincero, me importan tres cojones la independencia de Cataluña, su dictadura lingüística, sus políticos corruptos y millonarios, las mentiras que utilizan para medrar y para manipular la economía y a las personas y de que quieran que me sienta culpable por ser español. Soy sincero, me importan tres cojones las personas que piensan que lo español es lo mejor y lo del otro es basura.
 
     Vivimos en un gran país, pero a la vez vivimos en un país de mierda. Y esto es así porque la confluencia histórica de todas las culturas que han pasado por aquí se empeñaron en hacernos mano de obra barata e indocumentada, que interesaba que no supiéramos hacer la "o" con un canuto. Se empeñaron en que en este país se temiera más a una sotana que a una espada. Han procurado que nuestro vecino odie a nuestro vecino. Nos han inculcado que lo importante son las "30 monedas" y no lo que significaban. Podemos vanagloriarnos de toda la cultura que nos han dejado, pero no hemos comprendido esa cultura. Ni siquiera sabemos protegerla para que los planes de estudios evolucionen al ritmo del desarrollo del conocimiento, sino al ritmo político de las legislaturas. Por eso se pide la independencia en Cataluña y en Valladolid, por eso estamos en crisis, por eso tenemos los políticos que tenemos, por eso existe la corrupción estructural... por eso estamos y somos de  un país al que se tiene que poner en cuarentena.

     Aunque parezca que la crisis y la independencia sean dos cosas diferentes, lo cierto es que las dos están relacionadas. Si hace unos años no se pedía con la vehemencia que se pide ahora la independencia, no era más que porque el territorio que pretende separarse no cumplía con todos los requisitos necesarios para armar el entramado completo de una nación: tenían una lengua, una historia manipulada, una conciencia política de nación y las tradiciones singulares, es decir, existía un hecho diferencial (como en cualquier región española), pero les faltaba la disculpa económica del supuesto saqueo fiscal (pagamos al opresor más de lo que recibimos). Y la crisis les vino a los políticos como anillo al dedo: el estado centralista no sabe manejar una crisis (lo que casi es cierto) en la que si nosotros tuviéramos los recursos económicos que generamos (lo que no es cierto) hace tiempo estaríamos en una situación de crecimiento económico (aquí sólo cabe aguantarse la risa). Pero entonces hay que preguntarse si en una comunidad autónoma donde desde tiempo inmemorial no se ha perseguido a nadie por hacer uso de su propia lengua, donde las mejores obras de la literatura se dieron en los tiempos de Franco (¿a que parece mentira?), donde se impulsó la industria como no se ha hecho en ningún otro sitio de España, donde existen costumbres gemelas con otros territorios, ¿por qué quieren independizarse con esa prisa y urgencia? Porque el rédito político se acaba. Porque se acaba la confianza. Porque cada día suena un nuevo escándalo, mientras que al pueblo se le recorta y se le roba las cuatro migajas (si es que tiene la suerte de tenerlas) que se echa a la boca.

     España siempre se me representa con el "Duelo a garrotazos" de Goya. Como si este país hubiera estado enfrentado secularmente por la confrontación cainita de los "unos y los otros". Siempre dos bandos. Y es mentira, pero es muy rentable políticamente hablando. Izquierdas y derechas. También es mentira porque ya no existen. Ahora lo que hay son corporaciones, bancos, multinacionales que desde la sombra y en la comodidad del anonimato dirigen países, naciones, estados, gobiernos, jueces, presidentes y reyes. Los partidos políticos son garabatos de diseño y sus integrantes, en su gran mayoría, personajillos sin ninguna talla política comparable a la de otros dirigentes.

     Y nos tenemos que callar, porque hemos sido nosotros los que los hemos elegido. Y hemos elegido escoria, sinvergüenzas, gentuza sin escrúpulos. O a lo mejor no nos tenemos que callar, simplemente lo que tenemos que hacer es echarlos a patadas.

     Hemos necesitado una crisis para despertar del atontamiento que teníamos encima: ahora nos damos cuenta de lo que es España, de cómo son nuestros políticos, cómo todas las instituciones están copadas por ineptos e inútiles medrosos de los principales partidos, de cómo manipulan a nuestros hijos con planes de estudios para borregos y de cómo salen borregos.

     A veces pienso que he tenido mucha suerte de ser español, pero otras pienso que para esto que estamos viviendo, lo mejor sería que hubiera nacido en la tribu de los Sioux. Por lo menos no me echaría ningún catalán en cara de que soy un saqueador. O a lo mejor sí...