Vistas de página en total

miércoles, 2 de octubre de 2013

CARTA A MI HIJA




     Hace ya una semana que te marchaste. Parece una eternidad y, sin embargo, son sólo siete días, ciento sesenta y ocho horas, diez mil ochenta minutos...   
 
     Vuelvo la vista atrás y te veo todavía jugando con tus amigas en la calle. Recuerdo el calor de tu manita apretando la mía. Los pequeños sustos que me daba tu hombro, tus labios manchados de Nesquik, tus triciclos, tus muñecas y recuerdo todo el universo que giraba alrededor de ti. Porque en realidad eras y eres todo.
 
     Recuerdo la primera vez que nos separamos para que fueras a la universidad y pensé que este hecho sería el prólogo lógico de tu vida. Y recuerdo cómo hace unos días te ayudaba  con la maleta para que no tuvieras problemas en el aeropuerto. Una maleta donde guardaste no sólo tu ropa, sino una nueva ilusión por descubrir un mundo nuevo.
 
     Al igual que yo un día muy lejano me marché de casa, hoy te ha tocado a ti. Hay ciertas diferencias, pero básicamente el hecho es el mismo: buscarse la vida.
 
     Te has ido no sólo con una maleta y un poco de ropa, además te has ido con la juventud necesaria y los conocimientos más que suficientes para abrirte camino en un país extranjero, con una lengua conocida pero extraña, con personas que no has visto en la vida y con un horizonte brillante si lo sabes aprovechar.
 
     Desgraciadamente este país de mierda no te ha dado una oportunidad -como a otros muchos jóvenes en tu misma situación-, vas a tener que hacer lo que ya hicieron en los años sesenta tantas personas que estaban sumidas en una miseria estructural. La única diferencia es que en esos años, la mayoría de los emigrantes apenas tenían estudios y en estos tiempos la gente que estamos echando, en su gran mayoría sí los tienen.
 
     Todo el talento de nuestros hijos lo vamos a exportar, todos los esfuerzos que hicimos para que fuerais personas formadas lo van a recibir otros. Otros países van a disfrutar del capital humano que no hemos sabido o podido retener aquí.
 
 
    Sí hija, eres española y ahora no estoy muy seguro si cuando te pregunten tu nacionalidad por ahí debas responder que naciste en España. Ni siquiera te salvaría decir que eres catalana, que se tienen por muy distintos a resto de los españoles, aunque son más parecidos de lo que ellos creen, sobre todo por la corrupción, la mentira, la incompetencia y por sus políticos vomitivos.
 
     Bueno, no me hagas mucho caso, quizá estoy un poco enfadado conmigo mismo por no poder retenerte, por ver cómo te tienes que ganar la vida en tu nuevo país. Porque no lo dudes: acabas de adoptar una nueva nacionalidad. Tu pasaporte seguirá diciendo que eres española, pero en el fondo ya eres de otro sitio.
 
     Y puede que a lo mejor cuando conozcas a otros españoles en tu misma situación: vascos, gallegos, andaluces, catalanes... todos vosotros os deis cuenta en la distancia de que lo que os separa en realidad no es nada, que los políticos en su esfuerzo por tratar de diferenciar y de marcar la diferencia con respecto a otras regiones, lo que han conseguido no es fragmentar un país, sino quebrar una convivencia que ha costado mucha sangre. Cuando veas que te entiendes perfectamente con un gallego, un catalán, un vasco o un inglés, es cuando te darás cuenta de lo insignificantes que son nuestros políticos. Cuando comprendáis lo que han hecho con vosotros, es cuando quizá las cosas cambien en este país.
 
     Mientras tanto, te echo de menos, me siento un poco más vacío y un poco más solo, y no veo llegar el momento para poder hablar contigo. Por saber de ti, por saber si estás comiendo bien, por saber si terminas la jornada extenuada y por si descansas. Por saber cómo te desenvuelves en tu nueva vida. Pero no me hagas caso, a todos los padres nos tiene que pasar algo parecido y lo que más siento ahora es no haber aprovechado todos los momentos en los cuales estabas aquí.
 
     Creo que nunca te he dado muchos consejos, pero hoy quisiera, si me lo permites, darte alguno desde el fondo de mi corazón, algo que lleves siempre contigo y que te sirva para afrontar no sólo tu nueva vida, sino toda tu vida.
 
     Lo primero es que seas responsable y honrada en tu nuevo trabajo. Que nunca te desanimes por tropezar en la vida. Que seas sensata, pero sin llegar al aburrimiento. Que seas valiente -ya lo eres desde el momento que dejaste este país- para afrontar cualquier reto que te propongas y que si te enamoras, lo hagas hasta sus últimas consecuencias. Pero sobre todo, que sigas siendo tú misma.
 
     Por último me gustaría decirte que una posición ganada no te asegura un futuro. Que lo que hoy es perfecto mañana puede convertirse en humo. Que la rutina es un arma de destrucción masiva para nosotros mismos y para los demás. Que sorprender es mejor a que te sorprendan. Que regalar es mejor que recibir. Que no esperes las palabras mágicas: adelántate y dilas tú primero. Pero sobre todo no te rindas nunca, porque lo mejor de la vida está por venir.
 
     Tú y otras muchas personas como tú cambiaréis el mundo, necesitamos que nos lo cambiéis, porque de lo contrario los que aquí se han quedado lo saquearán tarde o temprano.
 
     Un beso de papá.