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viernes, 13 de septiembre de 2013

VIGO, AYER Y HOY

         ¿Cómo describir una de las ciudades, probablemente, más bellas del mundo? ¿Cómo explicar el amor más bello del mundo? ¿Cómo explicar el sufrimiento que has vivido allí? Puede parecer una contradicción, pero no lo es: lo mejor y lo peor lo he vivido allí; lo peor es la pérdida, lo mejor es el hallazgo.

         Y entre pérdidas y hallazgos vives la vida que tú has elegido, porque en realidad no hay destino ni nada a lo que puedas echar la culpa cuando las cosas no salen todo lo razonablemente bien que tú hubieras querido. Sencillamente, tus decisiones y la coyuntura del momento te empujan por un camino que no siempre es el mejor.

         Claro que esto es fácil decirlo ahora, cuando tu perspectiva por la retaguardia se ha ampliado y la de la vanguardia se empieza a estrechar. Lo cierto es que daría cualquier cosa por tener la juventud que tuve en Vigo, -mi Vigo- con parte de la experiencia que tengo ahora -tampoco toda-.
 
 
         Debería empezar por la llegada a Vigo, en concreto a la ETEA, pero eso ya lo he hecho en alguna ocasión (ver post "La ETEA, Vigo y Galicia")  y además los compañeros han añadido sus propias experiencias, con lo que las circunstancias de todos ya han quedado suficientemente explicadas de cómo fueron nuestros inicios en esa ciudad. Sin embargo, creo que subyace un sentimiento más profundo en nuestro paso por Vigo. No todo era estudiar: además vivíamos una vida al margen de la escuela. Creo que no me equivoco si digo que muchos encontramos el amor allí, y que también muchos lo perdimos...

        Muchos llegamos con dieciséis años ¡dieciséis años! Niños. La palabra democracia, en el mejor de los casos, nos sonaba a cosas de viejos griegos, en otros a subversión masónica. El No-Do daba sus últimas noticias aunque fueran en color. Nacía una revista política llamada Diario 16, que estaba prohibida en la escuela -a mí me la requisaron dos veces-. Nacían revistas eróticas como las gallinas ponen huevos. Marisol enseñaba sus pechos en Interviú. Todavía existían pantalones con campana. Todavía resonaba en nuestros oídos el atentado de Carrero Blanco. Todavía resonaba en nuestros oídos los ecos de una España vacía de contenido, una España que estaba descolgada del resto del mundo, por mucho Plan Marshall que se empeñara en modernizarnos. Todavía sin darnos tiempo para recuperarnos de la visión de bikinis, se nos abre el panorama del top-less. Una España fría. Con una crisis, la del petróleo, que no terminaba nunca. Con mucho paro y pocas expectativas de futuro (los españoles somos un crack con esto de las crisis económicas). Pita da Veiga estaba a punto de cogerse un cabreo monumental por la legalización del PCE. La UMD hablaba por lo bajini. Apenas se inauguraban pantanos. Un señor bien parecido y admirado por señoras con collar de perlas y asiduas de las tiendas de Serrano, empezaba a resonar liderando la UCD. Gracias a Dios no existían tertulianos contaminantes con nómina en partidos políticos. Tampoco sabíamos nada sobre la corrupción, aunque creo que en aquella época estaba permitida y no denunciada, bajo pena de aplicación de la ley de "vagos y maleantes". Gibraltar español, pero creo que ya no volverá a ser español. En Cataluña todavía no se había pedido la independencia, pero será independiente. Aunque no lo será porque caerán misiles áureos que impedirán una verbena de sangre como en Yugoslavia. El Estado y la Generalitat impedirán que nadie se ponga  una sola tirita, aunque esté decorada con la estelada (customizada o sin customizar). Nuestros submarinos se hunden sin necesidad de que les torpedeen. Una escuela que fue un ejemplo para la formación profesional, se cierra y se deja caer a pedazos porque los políticos no saben gestionar un entorno privilegiado para generaciones futuras. Aunque las generaciones futuras emigran y dejan a esta España de los cojones, en un cuadro esperpéntico de políticos tramposos con buchaca amplia. La regiones ya no son regiones, son comunidades autónomas. A Galicia de momento le va bien con sus meigas, que haberla hailas.
 
          Nunca terminaría de enumerar las "cosillas" de nuestra España. A España le quedan un par de hervores -a nuestros políticos les quedan tres y un poco de vergüenza torera-. Y cultura, y ganas de servir al pueblo que les ha votado, y voluntad para arreglar lo que no merece un rédito electoral. No nos engañemos, España con sus pinchos, playas, turismo y la sombra permanente del "Lazarillo de Tormes", no es más que un país a medio hacer. Y entonces llegamos nosotros a Vigo con un petate, apenas unas monedas, algunos con mucho miedo y otros con la ilusión de comenzar una nueva vida.

        Estoy seguro de que esta página de la cual formamos parte, es un clavo ardiendo al que nos queremos aferrar, al que nos aferramos, para tener presente un período de nuestra vida que nunca podremos olvidar. Lo mejor, lo peor, la anécdota, el desengaño, el olvido, la lucha, la soledad, el compañerismo, el honor -sí, el honor-. Cosas que algunos echamos en falta ahora. En la era de las telecomunicaciones, no podemos hablar de nuestras batallitas porque nos tomarían por tipos caducos o románticos que se niegan a dejar atrás un pasado que nunca volverá. Probablemente sea difícil explicar a alguien que no ha pasado por nuestras circunstancias, lo que ha significado Vigo y la ETEA para nuestras vidas.
 
      ¿Qué significó para mí Vigo y la ETEA? Significó el comienzo de una nueva vida donde encontré el amor y donde lo perdí. Encontré amigos, compañeros, cabrones e hijos de puta. Pero sobre todo me encontré a mí mismo. Entendí la vida -estuviera equivocado o no- y aún hoy los sentimientos que se despertaron en esa ciudad siguen vivos. El amor y la amistad son los sentimientos más importantes con los que una persona puede vivir. Por eso es muy fácil entender a un buen militar: cuando interiorizas esos sentimientos, entiendes de una forma plena lo que es el verdadero patriotismo, lo que es formar parte de un espacio geográfico, que con todos sus defectos y todos los políticos de mierda que se empeñan en jodernos la vida. Nada tiene que ver con el odio artificial que tratan de inocular a los ciudadanos mediante victimismos, falsos saqueos y kechup que pretenden convertir en una sangre, que por contra, sí han derramado verdaderos patriotas, que defendieron el verdadero amor y amistad.
 
       Ya no soy militar, cambié de vida por amor, creo que es la única justificación posible para dar un vuelco tan trascendental en tu vida. Lo malo, es que perdí a mi amor y perdí mi vocación. No todo es malo, a veces ocurren milagros y lo que has buscado durante toda tu vida, lo encuentras. Ahora no sé qué pasará, a lo mejor resulta que se ha olvidado de mí, pero y si...¿no se hubiera olvidado?
 
       Hoy Vigo está tan bella como entonces - a pesar de los políticos-. La ETEA se cae a pedazos -ojalá que algún trozo le caiga a algún edil- y yo soy un tipo odiado por alguien en algún lugar de esta península que está separada del resto del mundo por un istmo de ideas, aunque a lo mejor también soy amado...